¿Quién no ha soñado con deslizarse por la nieve y, de repente, desafiar la gravedad con un salto espectacular? La adrenalina, la sensación de volar y la satisfacción de aterrizar limpiamente son inigualables.
Recuerdo perfectamente mis primeros intentos, llenos de más caídas que vuelos, pero cada rasguño me enseñó algo nuevo. Hoy en día, con tantos trucos y estilos que vemos en las redes, es fácil sentirse abrumado o incluso un poco intimidado.
Pero te aseguro, por mi propia experiencia, que con el entrenamiento adecuado y algunos trucos del oficio, cualquiera puede empezar a dominar el arte de los saltos.
No se trata solo de fuerza, sino de técnica, confianza y, sobre todo, disfrutar el proceso. En este post, vamos a desgranar cómo puedes empezar a pulir tus saltos de snowboard, desde lo más básico hasta esos detalles que marcan la diferencia.
¡Prepárate para llevar tu rider interior al siguiente nivel! A continuación, te cuento todos los detalles para que eleves tu juego.
¡Hola, riders! ¿Cómo estamos? Aquí vuestro amigo de la nieve, listo para desgranar un tema que, seamos sinceros, nos apasiona a todos: ¡los saltos en snowboard!
Esa sensación de despegar, de que el tiempo se detiene por un instante y luego la emoción del aterrizaje perfecto… ¡Uf, es pura magia! He pasado incontables horas en la montaña, desde esas primeras caídas épicas que me dejaban con más nieve dentro del pantalón que en la pista, hasta esos momentos de euforia al clavar un truco que llevaba semanas intentando.
Y lo sé, a veces parece imposible, ¿verdad? Ves a otros riders volar y piensas: “¿Cómo lo hacen?”. Pero te juro, por todos los días que me he comido la nieve, que con paciencia, la técnica correcta y mucha práctica, tú también puedes sentir esa increíble libertad.
No hay atajos, pero sí un camino claro. Así que, sin más preámbulos, vamos a meternos de lleno en el meollo de cómo llevar tus saltos al siguiente nivel.
¡Prepárate para sentir la adrenalina!
Dominando los Fundamentos: Más Allá de un Simple Salto

Para mí, lo más importante antes de querer volar por los aires como un pájaro es asegurarte de que tienes una base sólida. Es como construir una casa: si los cimientos no son fuertes, da igual lo bonita que sea la fachada, ¡se va a caer!
Recuerdo mis inicios, queriendo imitar los trucos más locos que veía en los vídeos, sin siquiera dominar bien el *ollie* o el *pop* en terreno plano. Craso error, créeme.
No hay nada más frustrante que intentar algo avanzado y darte cuenta de que los básicos te fallan. Es vital que te familiarices con la tabla, que sientas cada movimiento, cada flexión.
Los saltos no son solo un impulso, son una coreografía de tu cuerpo con la tabla, una extensión natural de tu deslizamiento. Así que, antes de buscar rampas, busca una zona llana y empieza a “jugar” con la tabla.
Esto te dará la confianza y el control necesarios para cuando la gravedad se ponga más seria.
El Pop y el Ollie: Tus Aliados Inseparables
Si hay algo que he aprendido en mis años de snowboard es que el *pop* es tu mejor amigo para saltar. No es solo un movimiento; es la esencia de cómo la tabla te impulsa hacia arriba.
Es esa flexión y extensión explosiva de tus piernas que transfiere energía a la tabla, haciendo que se levante del suelo. Piensa en ello como si la tabla fuera un trampolín.
Yo al principio pensaba que era solo fuerza, pero no, es técnica pura. Empieza en plano, practica el *pop* levantando ambos pies a la vez. Una vez que te sientas cómodo con el *pop*, llega el *ollie*, que es como el hermano mayor y más sofisticado.
Con el *ollie*, levantas primero el *nose* (punta) y luego el *tail* (cola) de la tabla, usándola como una catapulta. Es fundamental dominarlo en parado y luego en movimiento.
Me acuerdo de la primera vez que logré un *ollie* decente en movimiento; sentí que había desbloqueado un nuevo nivel en el juego. No te frustres si al principio no te sale perfecto; yo pasé horas repitiéndolo una y otra vez hasta que mi cuerpo lo internalizó.
Es cuestión de memoria muscular y de sentir la tabla como parte de ti.
La Importancia de una Buena Postura y Equilibrio
Más allá del *pop* y el *ollie*, tu postura y equilibrio son cruciales. He visto a muchos riders, y me incluyo en mis primeros años, intentando saltar con el cuerpo rígido o el peso mal distribuido.
¡Error fatal! La clave es mantener las rodillas flexionadas, el tronco erguido y los hombros alineados con la tabla. Piensa en ti como un muelle siempre listo para comprimirse y expandirse.
Esta flexión constante te permite absorber las irregularidades del terreno y prepararte para el despegue. Distribuye tu peso de manera uniforme, con una ligera presión en los dedos de los pies para tener los tobillos activados, lo que te ayudará a despegarte mejor.
Recuerdo que un instructor me decía: “Imagina que eres un muñeco de trapo, pero uno fuerte”. Es decir, relajado pero con control. Al principio, es un poco contraintuitivo, porque tendemos a tensarnos, pero la relajación es lo que te permite reaccionar y ajustar tu posición en el aire.
La mirada también es vital: mantén siempre la vista hacia adelante, hacia donde quieres ir, no a tus pies.
La Preparación Es Clave: Cuerpo y Mente a Tono
Mucha gente piensa que el snowboard es solo para los días de nieve, pero la verdad es que la preparación fuera de pista es casi tan importante como lo que haces en ella.
Si quieres saltar más alto, con más control y, sobre todo, ¡evitar lesiones!, tienes que cuidar tu cuerpo. No te miento, al principio yo era de los que solo pensaba en la tabla y en las botas, pero después de algún que otro susto, entendí que un cuerpo fuerte y una mente enfocada marcan la diferencia.
No solo te ayuda a ejecutar mejor los trucos, sino que te da esa resistencia extra para aguantar jornadas completas sin que las piernas te fallen. Y, créeme, sentir que tienes el control total de tu cuerpo en el aire es una de las sensaciones más gratificantes.
Entrenamiento Físico Fuera de la Nieve
El snowboard exige mucho de tus piernas y de tu *core* (zona abdominal y lumbar). Los movimientos laterales, los cambios de dirección, los aterrizajes…
todo requiere fuerza y estabilidad. No hace falta que te conviertas en un atleta olímpico, pero sí que incorpores algunos ejercicios específicos en tu rutina.
Sentadillas, zancadas, saltos al cajón (o a un escalón si estás en casa), y planchas abdominales son tus mejores amigos. Yo, por ejemplo, dedico al menos dos o tres días a la semana a estos ejercicios, especialmente en pretemporada.
Es increíble cómo fortalece los músculos alrededor de las rodillas y tobillos, que son los que más sufren al aterrizar. Además, no subestimes la importancia de la flexibilidad; estirar te ayudará a tener un mayor rango de movimiento y a reducir el riesgo de tirones.
Te prometo que notarás la diferencia: menos agujetas y más control en cada salto.
Visualización y Confianza: La Batalla Mental
Saltar no es solo físico; es un 80% mental. ¿Cuántas veces has dudado en el último segundo y has abortado el salto o te ha salido mal? A mí me ha pasado un millón de veces.
La clave está en la confianza. Antes de abordar un salto, tómate un momento para visualizarte haciéndolo perfectamente. Imagina el despegue, el tiempo en el aire, el aterrizaje suave y controlado.
Esta técnica, llamada visualización, es superpoderosa. Y no, no es tontería. Los atletas de élite la usan, y nosotros, los mortales amantes del snowboard, también podemos beneficiarnos.
Recuerdo una vez que quería intentar un *grab* nuevo y estaba aterrorizado. Me pasé media mañana visualizándolo una y otra vez, y cuando por fin me lancé, me salió casi a la primera.
No se trata de eliminar el miedo por completo –un poco de respeto siempre es bueno–, sino de gestionarlo y transformarlo en concentración.
Conoce tu Terreno: Elegir el Kicker Perfecto
Una vez que sientas que tienes el control de tu tabla y que tu cuerpo está preparado, es hora de buscar el lugar perfecto para despegar. No todos los saltos son iguales, y créeme, elegir el *kicker* adecuado para tu nivel es fundamental para progresar de forma segura y divertida.
Es como cuando vas a un restaurante y eliges el plato según tu apetito; no vas a pedir una paella gigante si solo tienes un poco de hambre, ¿verdad? Pues esto es lo mismo.
He cometido el error de querer lanzarme al *kicker* más grande porque “quedaba guay” y el resultado… bueno, digamos que mi espalda se acordó de aquello durante unos cuantos días.
La progresión es clave, y entender cómo funciona cada tipo de rampa te ahorrará muchos sustos y te ayudará a disfrutar mucho más el proceso.
De Pequeños Bumps a Grandes Kicker: La Progresión Natural
No intentes empezar por el *half pipe* si apenas controlas los *ollies*. Empieza por los saltos más pequeños y naturales que encuentres en la pista, esos pequeños “bumps” que te permiten practicar el despegue y el aterrizaje sin mucha altura ni velocidad.
La primera vez que intenté un salto natural, sentí una pequeña emoción, casi como un mini-vuelo. Cuando te sientas cómodo con estos, puedes pasar a los *kickers* del *snowpark* de menor tamaño.
Estos están diseñados específicamente para aprender y te dan una estructura más predecible. Lo más importante en esta fase es la repetición. Cuantos más saltos hagas, más natural te resultará el movimiento.
Y no te olvides de probar el “check-in” en los *kickers* para evaluar la compresión y altura antes de lanzarte de lleno. Es como un ensayo mental del salto.
Entendiendo la Geometría del Salto
Los *kickers* no son solo montones de nieve; tienen una forma específica que influye en cómo te lanzan al aire. Un *kicker* con un *lip* (borde) más afilado te lanzará más alto, ideal para coger mucha altura, mientras que uno con un *lip* más moderado es mejor para saltos rotacionales como los 360s o 540s.
Observa bien el *takeoff* (despegue) y el *landing* (recepción) del salto. La clave es que el *landing* tenga una inclinación similar a la del *takeoff* para reducir el impacto en tus rodillas.
He visto a riders intentar saltar en terrenos llanos y el impacto es brutal para las articulaciones. Antes de cada salto, echa un vistazo a toda la línea: la aproximación, el *kicker* y, sobre todo, la zona de aterrizaje, asegurándote de que no haya obstáculos ocultos.
Un buen reconocimiento es el 50% del éxito.
El Arte de Volar: Técnica en el Aire
Aquí es donde la magia sucede, donde dejas atrás la nieve por unos segundos y te sientes como si pudieras tocar el cielo. Pero ese “sentimiento de volar” no es casualidad; es el resultado de una técnica pulida y de un control consciente de tu cuerpo.
Recuerdo las primeras veces que intentaba un salto, la tabla se me iba por un lado, mis brazos aleteaban como un pollo sin cabeza y el aterrizaje era cualquier cosa menos elegante.
Pero con cada intento, con cada pequeño ajuste, fui entendiendo que el aire es tu amigo si sabes cómo interactuar con él. Es una danza, no una lucha. Y cuando empiezas a dominarla, es cuando de verdad te enganchas a la adrenalina de los saltos.
Flexión y Extensión: El Secreto de la Elevación
Justo antes del *kicker*, la clave está en comprimirte, flexionando las rodillas y los tobillos, para luego extenderte con fuerza en el momento exacto del despegue.
Es como un muelle que se carga de energía para soltarla en el momento justo. Una vez en el aire, levanta las rodillas hacia el pecho (lo que llamamos “agruparte”).
Cuanto más arriba puedas llevar las rodillas, más tiempo tendrás en el aire y más control sentirás. Yo tardé en entender que no era solo saltar hacia arriba, sino encogerme en el aire para mantener el control de la tabla bajo mis pies.
Cuando logras esa “agrupación”, te conviertes en una unidad más compacta y estable. Este simple movimiento, que parece tan básico, es lo que diferencia un salto con estilo de uno descontrolado.
Añadiendo Estilo: Tus Primeros Grabs y Rotaciones

Una vez que te sientas cómodo con el vuelo, es hora de añadirle tu toque personal. Los *grabs* (agarrar la tabla con la mano en el aire) son el siguiente paso lógico y, sinceramente, ¡son superdivertidos!
Hay muchísimos tipos de *grabs*, desde el clásico *Indy* hasta el *Method*. Un consejo que me dio un viejo *rider* y que me cambió el juego fue: “No bajes la mano a la tabla, sube la tabla a la mano”.
Y tiene toda la razón. Flexiona las piernas para que la tabla se acerque a ti, manteniendo el equilibrio.
Si te atreves con las rotaciones, empieza con giros de 180 grados en terreno plano, tanto *frontside* como *backside*. Cuando las domines, puedes llevarlas al aire en saltos pequeños. La clave para las rotaciones es iniciar el giro con los hombros y la cabeza antes de despegar, y luego dejar que el cuerpo siga el movimiento. Recuerdo la primera vez que clavé un 180 *frontside* en un *kicker*; la sensación de ver el aterrizaje venir hacia mí fue una descarga de pura adrenalina. Aquí te dejo una pequeña tabla para que veas la progresión de algunos trucos:
| Nivel | Trucos Sugeridos | Descripción Breve |
|---|---|---|
| Principiante | Pop, Ollie, Nollie | Elevaciones básicas de la tabla en terreno plano o pequeños baches. |
| Intermedio | Frontside/Backside 180, Indy Grab | Rotaciones de 180 grados en el aire y agarres simples de la tabla. |
| Avanzado | Frontside/Backside 360, Method Grab, Shifty | Rotaciones de 360 grados y agarres más estilizados o movimientos de tabla en el aire. |
Aterrizaje Impecable: Cerrando el Truco con Éxito
El momento en que tus pies vuelven a tocar la nieve es tan crucial como el despegue. Un buen aterrizaje no solo te permite continuar deslizándote con fluidez, sino que es la clave para evitar esas caídas dolorosas que te dejan con ganas de meterte en la cafetería a tomar un chocolate caliente.
He aprendido a la mala que un aterrizaje rígido no solo te hace perder el equilibrio, sino que puede ser muy peligroso para tus rodillas. Recuerdo un par de veces en las que, por la emoción o la falta de concentración, aterricé como una tabla de madera.
El resultado fue un impacto tremendo que me dejó temblando y con las piernas echas puré. Así que, tómate este paso muy en serio, porque es lo que te permitirá seguir saltando y progresando sin acabar en la enfermería.
Absorbiendo el Impacto como un Profesional
El truco para un aterrizaje suave y seguro es absorber el impacto. ¿Cómo? Flexionando las rodillas y los tobillos justo en el momento en que tus pies tocan la nieve.
Piensa en tus piernas como amortiguadores. Debes aterrizar con la tabla plana, es decir, con el peso distribuido uniformemente sobre toda la superficie, no solo sobre un canto.
La inclinación del terreno es tu amiga; busca aterrizar en una zona que tenga la misma pendiente que el *takeoff* del salto. Esto te ayuda a que el impacto sea más suave y natural.
Evita, a toda costa, aterrizar en terreno llano si el salto es considerable, ya que esto ejerce una presión enorme sobre tus ligamentos. Después de aterrizar, mantén esa flexión un segundo más y luego suaviza la postura para continuar tu descenso.
La fluidez es clave; no te detengas de golpe.
Evitando Errores Comunes en la Recepción
Uno de los errores más frecuentes al aterrizar es la rigidez. Intentar caer con las piernas estiradas es una receta para el desastre. Otro error que yo solía cometer era inclinarme demasiado hacia atrás o hacia adelante en el aire, lo que me desequilibraba y hacía que el aterrizaje fuera un reto imposible.
Intenta mantener tu cuerpo centrado sobre la tabla, con la mirada fija en la salida del *landing*. También es crucial controlar la velocidad de aproximación; si vas demasiado rápido o demasiado lento, tu trayectoria y tu aterrizaje se verán comprometidos.
Recuerdo que un profesor me corrigió una vez porque, al aterrizar, soltaba mis brazos por encima de los hombros, lo que me desequilibraba aún más. Mantén los brazos relajados y a la altura de la tabla para ayudarte con el equilibrio.
La práctica hace al maestro, y cada aterrizaje, sea bueno o malo, es una lección.
Tu Equipo, Tu Extensión: La Elección Inteligente
No me canso de decirlo: tu equipo de snowboard no es solo un conjunto de accesorios; es una extensión de ti mismo en la montaña. Y cuando hablamos de saltos, la elección correcta del material es todavía más crítica.
Unas botas que no ajustan bien, unas fijaciones que no responden o una tabla inadecuada pueden arruinarte el día, o peor aún, causarte una lesión. He tenido la oportunidad de probar muchísimas tablas, botas y fijaciones a lo largo de los años, y he aprendido que invertir tiempo en elegir bien es fundamental.
No se trata de tener lo más caro, sino lo que mejor se adapte a tu estilo y a tus objetivos.
Tabla, Botas y Fijaciones: El Trío Fundamental
La tabla es, obviamente, la pieza central. Para los saltos, una tabla de *freestyle* o *all-mountain* suele ser la mejor opción, ya que son más flexibles y fáciles de maniobrar en el aire que las tablas de *freeride*.
La longitud también es importante: una tabla un poco más corta de lo normal para tu altura y peso puede darte más control para las rotaciones y los *grabs*.
Pero ojo, una demasiado corta te dará menos estabilidad en la velocidad de aproximación. Las fijaciones conectan tus botas con la tabla, por lo que su ajuste es vital.
Deben ser cómodas y duraderas. Hay diferentes tipos, pero las de *strap* son las más comunes y ofrecen un buen equilibrio entre sujeción y flexibilidad.
Asegúrate de que sean compatibles con tus botas y tu tabla; parece obvio, pero a veces se nos pasa. La posición de tus fijaciones (*stance*) también influye mucho: una postura un poco más ancha te dará más estabilidad para los aterrizajes.
Y, por último, las botas. ¡Ah, las botas! La comodidad es la reina aquí.
No hay nada peor que unas botas que te aprietan o te bailan. Para *freestyle*, unas botas de flexión media suelen ser las más adecuadas, ya que te dan la sujeción necesaria sin limitar demasiado la movilidad del tobillo, algo clave para el *pop* y la absorción de impactos.
Mi consejo: pruébate las botas con tus calcetines de snowboard, camina con ellas, flexiona las rodillas. Te aseguro que vale la pena invertir tiempo en esto.
Protección Siempre: No Negocies con la Seguridad
Esto no es una opción, ¡es una obligación! Los saltos, por muy básicos que sean, conllevan riesgos. El casco es no negociable; es tu mejor amigo y, sinceramente, hoy en día hay cascos tan ligeros y cómodos que ni los notas.
Las protecciones para las muñecas, rodillas y, muy importante, la culera, son una inversión inteligente. Te lo digo por experiencia, esas caídas de espaldas o de culo pueden doler mucho, y una buena culera te salvará de muchos golpes y moratones.
Las gafas de sol o la máscara también son esenciales para proteger tus ojos del sol, el viento y la nieve. Siempre he pensado que más vale prevenir que lamentar, y en el snowboard, esto cobra especial sentido.
Disfrutar de la montaña es increíble, pero hacerlo de forma segura, ¡eso no tiene precio! ¡Uf, qué viaje hemos hecho hoy por el fascinante mundo de los saltos en snowboard!
Espero que estas palabras te hayan servido de chispa para encender esa llama de la curiosidad y la ambición en la montaña. Para mí, cada salto es una pequeña victoria, una confirmación de que con dedicación, paciencia y un poco de valentía, podemos superar nuestros propios límites.
No se trata de ser el mejor, sino de disfrutar el proceso, de sentir el viento en la cara y de esa satisfacción única que te da clavar un aterrizaje.
글을 마치며
Hemos recorrido un camino emocionante, desde los fundamentos más básicos hasta los giros y grabs que añaden ese toque mágico a tus vuelos. Mi mayor deseo es que este post te inspire a salir y experimentar por ti mismo la euforia de elevarte sobre la nieve.
Recuerda que cada caída es una lección y cada pequeño avance es una celebración. No te presiones, disfruta el proceso y verás cómo poco a poco, esos saltos que hoy parecen imposibles, se convertirán en parte de tu repertorio.
¡Nos vemos en el aire, riders! La montaña nos espera para escribir nuevas historias.
알아두면 쓸모 있는 정보
1. Revisa tu equipo a fondo: Antes de cada jornada en la nieve, tómate unos minutos para inspeccionar tu tabla, fijaciones y botas. Un tornillo flojo o un ajuste incorrecto pueden arruinar tu día y, lo que es peor, causar un accidente. Asegúrate de que todo esté en perfecto estado, ¡tu seguridad es lo primero!
2. Calienta siempre antes de lanzarte: El snowboard exige mucho a tus músculos y articulaciones. Dedica al menos 10-15 minutos a calentar con estiramientos dinámicos y ejercicios suaves para preparar tu cuerpo. Esto no solo mejora tu rendimiento, sino que reduce significativamente el riesgo de lesiones. Un cuerpo preparado es un cuerpo feliz en la montaña.
3. Conoce y respeta las normas del snowpark: Los snowparks son zonas increíbles para progresar, pero tienen sus propias reglas de seguridad. Presta atención a la señalización, elige líneas de tu nivel (verde, azul, rojo, negro), respeta el turno y mantén siempre la distancia de seguridad con otros riders. Es una comunidad, y el respeto mutuo garantiza la diversión de todos.
4. Únete a la comunidad y aprende de otros: El snowboard es un deporte social. No dudes en charlar con otros riders, observar sus técnicas (con respeto, claro) y compartir experiencias. A veces, un pequeño consejo de alguien más experimentado puede marcar una gran diferencia en tu progreso. Además, ¡es mucho más divertido en compañía!
5. Considera tomar clases o talleres específicos: Aunque este post y mi experiencia te dan una base sólida, la instrucción profesional es invaluable. Un buen monitor puede corregir tus errores en tiempo real, darte trucos personalizados y guiarte de forma segura hacia trucos más complejos. Invertir en tu formación es invertir en tu disfrute y seguridad.
중요 사항 정리
Para cerrar con broche de oro, quiero que te lleves tres ideas clave de este viaje por el mundo de los saltos: la progresión, la preparación y la seguridad.
Mi experiencia me ha enseñado que no hay atajos para el éxito en la montaña; cada truco, cada salto, se construye paso a paso, dominando primero los fundamentos.
Invierte tiempo en tu preparación física fuera de la nieve, fortaleciendo ese *core* y esas piernas que tanto trabajan. Y, por encima de todo, nunca, *nunca* comprometas tu seguridad.
Un casco, protecciones adecuadas y el respeto por las normas son tan parte del equipo como tu tabla. Recuerda, el snowboard es una fuente inagotable de emociones y libertad.
Así que, sal ahí, sé valiente, pero también inteligente. Confía en tu proceso, aprende de cada experiencia y, lo más importante, ¡disfruta cada segundo que estés volando sobre la nieve!
¡La montaña te espera para que dejes tu propia huella en el aire!
Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖
P: ara superarlo, mi consejo de oro es la progresión. No intentes un salto que te parezca demasiado grande o intimidante. Empieza con esos montículos de los que hablábamos. Luego, busca saltos pequeños y bien formados, quizás en un parque de principiantes. Visualiza el salto completo antes de hacerlo: cómo te acercas, cómo te elevas, cómo aterrizas. Esto no es magia, es neurociencia; ayuda a tu cerebro a preparar los movimientos. Y algo súper importante: ¡practica las caídas! Sí, suena contradictorio, pero saber cómo caerte minimiza las lesiones y te quita gran parte de la ansiedad. Aprende a ir con el golpe, a rodar si es necesario, y a proteger tu cabeza. Cuanta más confianza tengas en tu capacidad para recuperarte de una caída, menos miedo sentirás. ¡
R: ecuerda, cada caída es una lección aprendida, no un fracaso! Q3: Ya consigo hacer algunos saltos básicos, ¿qué puedo hacer para que mis saltos se vean más elegantes y con más “estilo” en el aire?
A3: ¡Ah, esa es la parte divertida, la de empezar a meterle tu toque personal! Una vez que dominas la base, el siguiente nivel es la “conciencia aérea”.
Es decir, saber qué hace tu cuerpo mientras estás en el aire. Para un estilo más pulcro, mi primer tip es que intentes agarrar tu tabla (un “grab”). El grab más sencillo es el “Indy”: agarras el canto de la tabla entre tus fijaciones con tu mano trasera.
Esto no solo te da un aspecto más pro, sino que también te ayuda a mantener el equilibrio en el aire y a controlar mejor la tabla. Pero ojo, antes de intentar un grab, asegúrate de que tus aterrizajes sean sólidos.
Otro truco para la elegancia es la “flexión de las rodillas”. Justo después de despegar, encoge un poco las piernas llevando la tabla hacia tu cuerpo.
Esto te hace parecer más compacto y te da una sensación de “tiempo en el aire” extra. Y finalmente, ¡la mirada! Siempre mira hacia tu aterrizaje.
Cuando vayas en el aire, ya debes tener tu vista fija en el punto exacto donde quieres caer. Esto te ayuda a orientarte y a preparar el aterrizaje. Practica estos elementos en saltos pequeños y verás cómo, poco a poco, tus saltos básicos se transforman en movimientos fluidos y con ese estilo que buscas.
¡Y no olvides grabarte para ver qué puedes mejorar, yo lo hago todo el tiempo!
📚 Referencias
Wikipedia Enciclopedia
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